Esta localidad verata se asienta en una llanura que se desliza suavemente hasta el Río Tiétar. En su término abundan los olivos y las manchas del bosque mediterráneo salpicado de encinas, alcornoques y robles como la Dehesa Boyal, combinando con bellas praderas.
Se reconoce por la blancura de su caserío, y los colores más vivos que el del resto de los pueblos serranos que la rodean. Entre los edificios de singular interés, destaca la Iglesia de San Miguel , declarada Monumento Histórico Artístico, construida en el S. XVI en la que destaca una talla del S. XIII que representa a la Virgen de la Torre. Cuenta con un Retablo Mayor renacentista con una interesante imagen del titular. En la fachada sur, hay una “ara” votiva de origen romano conocida popularmente como La Muerta Pelona y en la cara norte una deidad del S.VIII a.C. En el Altar Mayor luce un interesante frontal de azulejos procedentes de Talavera de la Reina del S. XVI.
Otras edificaciones de carácter religioso son las Ermita del Santísimo Cristo y de San Sebastían respectivamente.
Son famosos los dulces elaborados en los tradicionales hornos de leña, especialmente las deliciosas perrunillas.